miércoles, 14 de septiembre de 2011

¿Y tú de qué club eres, del A o del B?

¿Dedicas entre un 50% y un 70% de tu tiempo a la actividad relacionada con tu trabajo incluyendo los fines de semana?

En nuestro globalizado mundo no existe ninguna actividad a la que se le dedique más tiempo que al trabajo, bien por cuenta propia o ajena. No es, por lo tanto, de extrañar que lo más valorado, o uno de tantos, sean el ocio y tiempo libre, por encima de la familia y los asuntos relacionados con el afecto interpersonal.

Dados los tiempos que corren el que tenga trabajo y además disfrute con él, se puede considerar un afortunado.

Ahora bien, la gran mayoría de las personas que tienen un empleo no disfrutan con la actividad que desempeñan pues el sentimiento hacia ella es de aborrecimiento. Su único fin es el de cumplir con la necesidad impuesta por el sistema; pagar facturas.

Pero ¿Qué ocurre en el caso de los autónomos o propietarios de pequeños negocios?

Pues el asunto se vuelve más dramático. Los datos estadísticos de Administraciones, Cámaras de Comercio y Agentes Sociales, tanto en Europa como en EEUU, dicen que por cada cien negocios nuevos que se abren solamente cuatro sobrevivirán al décimo año.

Con estas cifras, entrar en el mundo de los negocios es más parecido a entrar en un campo de minas que en un jardín de rosas; sobre todo si no se sabe cómo hay que jugar.

También las estadísticas nos dicen que un 40% de promotores de nuevos negocios son personas provenientes del desempleo. Deciden iniciar un negocio porque no consiguen otro empleo. Estos son a los que se denomina grupo de “supervivencia

Sin embargo el deseo de quitarse al jefe es la razón más común a la hora de embarcarse en la aventura empresarial. Se encuadran en este grupo personas con un trabajo técnico que piensan que es mejor no tener jefe y llevarse la totalidad de los rendimientos económicos que generen. A este grupo se le denomina de “independencia

¿Las personas, en realidad, quieren negocios? No, lo que quieren es vivir mejor y piensan que siendo propietarios de un negocio les puede proporcionar una vida mejor, más independencia, más dinero, más tiempo libre, etc.

Bien, ¿pero qué ocurre después de transcurridos diez años?

Analizando el 4% que sobrevive, tomado como universo estudiado, se descubre que entorno al 85% declara que pasados esos diez años y haber superado lo más difícil no lograron su meta fundamental: ser independientes. En algunos casos realizan afirmaciones como que entrar en el mundo de los negocios fue un gran error.

Visto lo anterior, definamos a los miembros de cada club.

Quienes dedican a su actividad laboral diez horas diarias, los fines de semana los dedican a contabilizar facturas, tienen problemas para hacer frente a pagos importantes y no tienen vida privada más allá de su actividad laboral terminan por volverse adictos al trabajo y, como cualquier adicción, acaba por generar dependencia y sufrimiento en lugar de libertad y felicidad.

Estos son los que integran el club A o club de los Atrapados. Sufren lo que se denomina el “síndrome de lucha”, siempre están luchando. Luchando con los empleados, con los proveedores, con los clientes, son víctimas de las circunstancias, siempre se queja de algo o de alguien, la culpa de lo que les pasa siempre es de los demás y se sienten víctimas de las circunstancias.

En definitiva, los miembros del club A no tienen una empresa, lo que han creado es un empleo; han convertido lo que debería ser una empresa en un empleo. Dado que no pueden dejar de ir a trabajar, ni venderlo ¿qué pueden hacer?... nada. Nada que no sea trabajar y... seguir quejándose.

Otra característica de los miembros del “Club Atrapados” es que no creen que haya solución a su problema, razón por la que no les gusta invertir en formación, en I+D+I o en investigar sistemas para mejorar su situación. Para ellos, eso es gasto, no inversión. Están convencidos que la única solución es luchar constantemente, trabajar más y trabajar toda la vida; es decir, morir trabajando.

Esto da vértigo, pero paremos un momento y veamos que ocurre con el 15% restante al que denominaremos miembro del club B.

¿Qué es lo que buscan los miembros de este club?

Estas personas buscan la independencia y declaran haberla conseguido. Manifiestan estar muy felices con la decisión de haber iniciado un negocio.

Aseguran experimentar bienestar, independencia y realización tanto personal como profesional. Están convencidos de que ser empresario es como ser un artista, que es algo especial, algo de lo que se sienten orgullosos.

Otra característica de los miembros de club B es que muestran pasión por lo que hacen, por sus productos y por su gente.

En definitiva, los miembros del club B son los del bienestar, los liberados, los realizados y posiblemente con una excelente calidad de vida. Por lo tanto deberemos denominarlos el Club de los Liberados.

Ahora reflexiona y pregúntate, ¿estoy en el club A o en el club B?

M.de la Fuente